Este material ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. El suelo de terrazo antiguo se componía simplemente de una base arcillosa sobre la que se vertían cascotes de mármol. Después, los guijarros se pulieron y se consiguió un pavimento más confortable. Más adelante la arcilla fue sustituida por cemento.  Estos primeros terrazos no tenían la apariencia de los actuales si no que eran más bien una especie de superficies continuas. 

Con el paso del tiempo, consiguieron potenciar el color utilizando leche de cabra para que tuviera una apariencia más parecida al mármol.  Este fue el primer sellador de suelo terrazo de la historia.  A finales del S. XVIII los artesanos del terrazo se trasladaron a Estados Unidos dónde avanzaron las técnicas de instalación. Con la abundancia de canteras de mármol se puso a disposición para todos los conceptos de construcción. Y descubrieron que mediante la adición de polvo de mármol de distintos tonos obtenían terrazo de colores. 

Resistencia

A pesar de estar formado principalmente por mármol, el terrazo está compuesto por cemento, un material muy resistente a los impactos y funciona de forma eficiente durante un largo periodo de tiempo. 

Porosidad

Al tener cierto nivel de porosidad el terrazo es ideal para funcionar como una superficie antideslizante y difícil de manchar. Así que, para mantener su limpieza diaria, no necesitamos productos químicos, que además pueden ser perjudiciales para nuestra salud.

Versatilidad

A la hora de decorar el terrazo resulta realmente versátil y gracias a la originalidad de su diseño nos permite crear espacios únicos, elegantes y atrevidos en los que la paleta de color es la gran protagonista. 

Todas estas ventajas se potencian gracias a las virtudes del gres porcelánico. Además, la cerámica de efecto tiene un menor peso, es más fácil de instalar y es posible utilizarlo como revestimiento.